A pesar de tanta belleza, de tanta abundancia como este mundo en el que vivimos nos dá, resulta difícil apartar la mirada de la miseria que crea el hombre, sin embargo, cada paso doy se viste de luces y guirnaldas cuando compruebo lo bien que me sienta la sonrisa de mi hija, el cariño de mi familia y la bondad encarnada en mi madre, que núnca bajó los brazos para enseñarnos a todos los hermanos que cabe belleza incluso en la miseria.
No es pueril este desencanto que siento a veces, pero mucho menos lo es el privilegio de estar vivo, y no tener dolores físicos, ni poder comer cada día, o poder descansar en sitio seguro y cálido.
Algunas de mis fotos, hechas en medio de dolores insoportables del alma, reflejan incluso entonces, ese atisbo de belleza que estaba ahí... para mí y a pesar de mí mismo.
Espero poder sentir estas mismas cosas, aunque vuelva el dolor, porque significará que aún puedo vencer la desazón y seguir...
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